Entrevista al Dr. Jorge Rojas Hernández en Diario Concepción

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Entrevista al Dr. Jorge Rojas Hernández en Diario Concepción

  Director del Departamento de Sociología Investigador asociado del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería, CRHIAM Universidad de Concepción. Concepción, 17 de diciembre 2021 Preguntas del periodista Sr. Ricardo Cárcamo, Diario Concepción    1.- ¿Con qué escenario se encontrará el nuevo presidente en el Chile de 2022? El nuevo presidente de Chile deberá enfrentar un panorama político, social, cultural, climático e internacional altamente complejo. En efecto, el Chile republicano se enfrenta cada cierto tiempo a crisis múltiples, como por lo demás le ocurre a toda sociedad. Los cambios son inherentes a toda sociedad moderna. Una sociedad que no cambie se queda anclada en el pasado, no progresa, no se adapta a los nuevos pensamientos y concepciones socioculturales e institucionales, que emanan de la propia sociedad, de sus fuerzas creativas e innovadoras. Es precisamente lo que no comprende o no quiere entender el conservadurismo, aferrado históricamente a sus posiciones de poder y privilegios. La historia de la Humanidad es, en verdad, el reflejo de tensiones, conflictos y visiones contradictorias sobre la calidad de la vida social, su dignidad, principios, los derechos humanos, los derechos de la mujer, los derechos de las comunidades indígenas y tradicionales, los valores y anhelos en armonía con consigo mismo, con la comunidad y la naturaleza. Por lo general, el conservadurismo se encierra en su pequeño mundo egoísta y autocentrado en sus propios intereses. Suele hablar de los demás, del pueblo, incluso aspira a representarlos, pero siempre lo hace discursivamente, apelando a símbolos y sentimientos que se acomodan a sus propias representaciones de elite dominante. Chile se encuentra en un momento de crisis de modelo de desarrollo y de transición hacia uno nuevo, que aún no existe y, que, por lo mismo, produce incertidumbres y temores. ¿Cuáles serían los problemas y desafíos principales? Sin definir prioridades: 1) Dar gobernabilidad al país en situación de crisis política y transición hacia una nueva institucionalidad en proceso de compleja construcción. 2) Avanzar en la solución a los problemas históricos de desigualdad, en un sentido amplio: superar la pobreza, asegurar el acceso a servicios básicos (por ejemplo, crear una Renta Básica Universal), mejorar la calidad del empleo y de los salarios (especialmente de los precarios), crear un sistema justo de pensiones, proteger a la infancia, brindar oportunidades a los jóvenes, etc. 3) Enfrentar los problemas de inseguridad ciudadana, definiendo políticas públicas de protección en los barrios -especialmente los más vulnerables penetrados por el narcotráfico y bandas delictuales-, y reformando la formación y actuación de la policía. 4) Agregar valor a la producción mediante el fomento de la investigación y el desarrollo tecnológico, para lo cual el país cuenta con excelentes universidades de sentido y vocación pública. 5) Proteger los recursos naturales, amenazados por la superexplotacion insustentable, especialmente el recurso hídrico en situación de mega sequía y escasez. 6) Enfrentar los desafíos del cambio climático, acelerando el cambio de la matriz energética fósil por otra de energías renovables, para cumplir con el compromiso firmado por Chile de alcanzar el 2050, carbono neutro, acordado en Paris el año 2015 por la Naciones Unidas. 7) Finalmente, un problema crucial dice reacción con la creación de un nuevo orden constitucional, que establezca las bases jurídicas que regirán al país en el futuro cercano y mediano. Al respecto, el proceso de elaborar una nueva Carta Magna, una nueva Constitución Política, ya empezó y, pronto, se espera, dará sus frutos mediante el trabajo de la Convención Constitucional, en su calidad de órgano constituyente de la República de Chile. El nuevo orden constitucional implica también dar inicio al proceso de superación del colonialismo interno, descentralizando el poder de la autoridad central, otorgando verdadero poder a las nuevas Gobernaciones elegidas democráticamente, a los municipios y otras formas de institucionalidad local-territorial, con participación ciudadana. Esta somera descripción, no constituye una simple enumeración de problemas y desafíos, sino un todo articulado, cuyas partes no pueden ser enfrentadas con políticas neoliberales focalizadas, sino un conjunto integrado de problemas que requieren de una nueva política pública y ciudadana: un nuevo modelo de desarrollo. Requiere de un Gobierno cercano a las personas, dialogador, con profunda empatía ciudadana, con respeto y amor por las personas y su entorno natural. Un Gobierno que comprenda que, como Chile es un país social, ecológica y culturalmente diverso, requiere también del fomento e implementación de políticas diversas. 2.- Considerando el reciente movimiento social y la mala evaluación del gobierno, ¿el nuevo presidente deberá lidiar con una ciudadanía más empoderada? En la actualidad resulta cada vez más difícil comprender lo que se entiende por pueblo y ciudadanía. ¿Qué ha cambiado? ¿El pueblo o las ideologías que lo invocan? ¿O la desafección de la política? El problema es complejo y, por lo mismo, la respuesta, no es fácil. En el fondo, el mundo experimenta una crisis de representación política, cuyas matrices provenienen de la Ilustración y de la Era industrial. En verdad, el pueblo sigue existiendo. También la política. Pero el pueblo ha cambiado y seguirá cambiando, lo que produce incomprensiones y confusiones fundamentales a la política. También a la sociedad. Vivimos en un nuevo siglo, caracterizado por la emergencia del poder de la información, el conocimiento, la ciencia y una nueva conciencia y subjetividad humana, que influye y, en cierta manera, deslegitima la política tradicional, aún vigente en muchos países. Vivimos en una Era postindustrial, de transición epistemológica. Las palabras y conceptos del pasado pierden sentido, aunque paradojalmente siguen empleándose como si nada hubiese cambiado. La transición significa la emergencia de nuevos actores sociales y políticos, portadores de nuevos ideas, relatos, valores, culturas, prácticas y sentido de la vida moderna y de la acción política. En verdad, nos encontramos en los umbrales de una nueva Época, que, sin duda re-prefigurará al individuo y la sociedad. También a la interrelación con la naturaleza, sus ecosistemas y regulaciones. No sabemos exactamente cómo será la sociedad futura. Pero, sin duda, mostrará tendencias socio-eco-política-digital-democrática-liberal, basada también en bienes comunes, como el recurso hídrico, el conocimiento, el ambiente limpio, descontaminado y la calidad de vida. La fuerte contrareacción del conservadurismo extremo mundial, es una prueba que algo está cambiando en las sociedades y el globo. Son cambios que ponen en cuestión los viejos modelos centenarios de dominación de las élites. En este sentido, lo que se observa como nuevo en las últimas décadas es la emergencia de la sociedad y de nuevas subjetividades que reclaman un mayor nivel de protagonismo en la toma de decisiones que les conciernen. En el pasado, los cambios provenían de los partidos políticos, de las confesiones religiosas, de los gobiernos y, últimamente de la economía y los grandes empresarios. En cambio, en el siglo XXI, emerge el ciudadano y la ciudadana, con diferentes expresiones y perfiles ciudadanos, no siempre comprendidos, aceptados ni tolerados en la sociedad. Esta emergencia desordena el escenario social, político e institucional, produciendo vacíos de poder, como el que se ha observado durante el Gobierno conservador de Sebastián Piñera en Chile, carente de políticas acordes con los nuevos tiempos de emergencia de una sociedad más proactiva y consciente, que exige, con razón, derechos ciudadanos, sociales, culturales, humanos y ambientales. Este contexto de transformaciones globales, que, también concierne a Chile, el nuevo Gobierno se enfrentará, sin duda alguna, a ciudadanos más empoderados y dispuestos a luchar por sus derechos. Se trata de un movimiento ciudadano en evolución: una de sus primeras expresiones lo representó el movimiento Pingüino (2006) a favor de la educación pública como un derecho universal, seguido por el movimiento estudiantil (2011) por la calidad y gratuidad de la educación superior, el movimiento contra las AFP, el movimiento por los derechos de la mujer, el movimiento del pueblo mapuche por el derecho a la autodeterminación, las diferentes expresiones de movimientos y protestas ambientales, especialmente los motivados por el derecho al agua y contra las llamadas ¨zonas de sacrificio”, altamente contaminadas; todo lo cual conduce al masivo estallido social de octubre de 2019, que impactó fuertemente la conciencia ciudadana, removió las estructuras políticas y conmovió al mundo. En este complejo escenario de dinámicas socioculturales y ambientales, le corresponderá al nuevo Gobierno generar estabilidad, con inclusión y gobernanza relacional ciudadana. Por cierto, no se trata de un proyecto fundacional. El país Chile, ningún país, puede refundarse. Cada país se orienta por una huella histórica que se construye progresivamente a través del tiempo, de las acciones de sus actores y sus hitos relevantes que van marcando su propia historia. Lo nuevo se construye a partir de dicha huella histórica, que también es cognitiva, productiva, étnica, de género, paisajística y comunitaria. Muchas veces, incluso, resulta difícil superar los sistemas y culturas del pasado, internalizadas en la sociedad y sus instituciones. En este sentido, la educación -en sus diferentes niveles y expresiones-, en especial, las universidades, juegan un papel muy relevante en el proceso progresivo de transformaciones que mejoren la calidad de vida de la población, profundicen la democracia y protejan el medioambiente. El nuevo Gobierno deberá, por lo mismo, estar muy atento y abierto para comprender y responder con la debida ecuanimidad, transparencia, consecuencia y sentido de justicia a las nuevas sensibilidades, anhelos y esperanzas de la sociedad chilena profunda.

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