Jorge Rojas Hernández
La calidad de vida es un tema relativamente nuevo en la discusión teórica y en la aplicación de políticas públicas en las sociedades modernas. A fines de la década de los sesenta el sistema capitalista se remece por la emergencia de movimientos ciudadanos portadores de nuevas subjetividades, principios y valores, que luchan y reclaman por cambios sociales, culturales y políticos, que posteriormente influyen en la emergencia del concepto calidad de vida. En todo caso, es necesario reconocer que la calidad de vida ha avanzado como producto de las luchas de los trabajadores, de los profesionales, las mujeres, jóvenes, niños, niñas y pueblos originarios. Desde luego, un paradigma de fondo de calidad de vida, cuestiona profundamente el modelo de desarrollo y la política neoliberal imperante en muchos países y continentes, que ha generado pobreza, desigualdad y sufrimiento. Un modelo contrario a la calidad de vida.
En relación a la definición de calidad de vida, corresponde clarificar que no existe una definición universal, válida para todos. Europa fue el continente que más rápidamente avanzó en definirla, estableciendo ejes, criterios e indicadores, susceptibles de aplicar y, por ende, de verificar. De todas maneras, a esta altura del desarrollo de la sociedad moderna y de la Humanidad, la idea de la calidad de vida se ha instalado como un parámetro de desarrollo y aspiración legítima de los pueblos. El avance de la ciencia y de la tecnología, del conocimiento y la información, así como de la intercomunicación en redes sociales, contribuyen precisamente a elevar las exigencias subjetivas y colectivas por mejoras permanentes de la calidad de vida. Una sociedad con mayor conciencia sobre sus derechos, aspira continuamente a vivir mejor.
Por su parte, en el Sur, existen una diversidad multicultural de buenas prácticas, de comunidades indígenas, comunidades rurales y andinas, de tradiciones cooperativas laborales, culturas de calidad alimentaria, culturas que valoran la biodiversidad y el paisaje, legados históricos y relatos epistemológicos, que sirven de base para seguir construyendo, complementando y profundizando en la diversidad de la calidad de vida de las comunidades humanas.